En San Diego, el campeón mexicano Emanuel “Vaquero” Navarrete volvió a demostrar que está hecho para las noches grandes. Aunque la pelea terminó antes de tiempo por un cabezazo accidental que le provocó un corte, las tarjetas fueron claras: 78-75, 77-76 y 77-76. Victoria por decisión unánime ante un rival incómodo como Charly Suárez.
Suárez vino a pelear, no a pasearse. Técnica, buen desplazamiento y mucha valentía. Pero Navarrete hizo lo suyo: presionó, conectó los mejores golpes y dejó claro quién es el campeón.
No fue una guerra total, pero sí un capítulo más en la historia del Vaquero. Uno de esos que dejan aprendizaje, que afinan al peleador, y que fortalecen al campeón.
Y eso es lo que hace grande a un boxeador: ganar en las buenas… y también en las peleas difíciles.
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